La tradición panadera de Neda se remonta a la Edad Media, cuando comienzan a aparecer, aprovechando la fuerza del caudal de la "Fervenza do Belelle" importantes industrias, entre ellas, los molinos.
Tras el asedio de la flota comandada por Sir Francis Drake a la ciudad de A Coruña en 1589, el rey Felipe II decidió que a partir de entonces la flota real tuviera su base en Ferrol, cuyo puerto era más fácil de proteger por sus excepcionales condiciones naturales .
Para entonces, ya se tenían las aguas del Belelle como las mejores del país para el blanqueo de hilazas, para la elaboración del pan y para la salud. Ese mismo año se hace una relación de los alimentos necesarios para atender a los militares que deberían embarcar al año siguiente y que habian de permanecer 6 meses en el puerto. Estos listados mostraban ya que no existían hornos suficientes para atender la demanda generada por esta decisión real.
Dos años después se habian construido 12 hornos que conformaban las Reales Fábricas de Bizcochos de Neda, produciendo cinco mil quintales de pan al mes. La decisión se basó en la excelente comunicación de la Villa con el puerto de Ferrol y su antígua tradición panadera. Así se estuvo fabricando en Neda, durante un siglo, la galleta o bizcocho para las armadas de los Reyes de España
Con el paso de los años, ya en una época más moderna, en 1917, la imprenta de "El Correo Gallego" publicó un folleto de 16 páginas titulado "Estudio analítico, químico y bacteriológico del agua de La Fervenza", practicado por Don Santiago De La Iglesia, director del laboratorio municipal, por orden del Sr. Alcalde de Ferrol. En este informe se habla en detalle de las características químicas del agua, llegando a la conclusión que son "muy buenas" y en cuanto al número de bacterias se dice que es "extremadamente pura". Además, se encuentra la presencia de géneros pertenecientes a la familia de los hongos, entre estos los "pencilium". Este descubrimiento contribuyó a realzar los ya mencionados atributos del río Belelle, llegándose a afirmar que las harinas fabricadas con dichas aguas adquirían calidades apreciables en blancura y sustancia.
En los siglos XVII, XVIII y principios del XIX, Neda fue considerada la capital del trigo de Galicia
Para rescatar esta antigua tradición, y contribuir a la revitalización de la comarca, se ha creado un sello del Pan de Neda, con el que buscan obtener a medio plazo una Denominación de Origen Protegida, como la que ya existe para el Pan de Cea también en Galicia



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